Después
de toda la documentación presentada, alegar que el “suicidio” de Martin Lutero
es un “hecho histórico” o una “teoría” se necesita ser necio, soberbio,
deshonesto con sí mismo y un verdadero anti protestante de marca Hanes. Una
persona culta y prudente, concluirá que el mito del “suicidio” de Martin Lutero
es lo que es, un mito; nada de “teoría” ni nada de “histórico” es un mito
aunque hagan berrinches muchos fanáticos católicos de las redes sociales. Toda
esta documentación del siglo XVI que habla de la muerte natural de Martin
Lutero, según Georges Claudin “Basta estudiarlos sin prejuicios
para convencerse de que la historia del suicidio de Lutero es una odiosa fábula
inventada por sus adversarios.” [1]
Ahora,
debemos preguntarnos ¿de dónde surgió toda esta propaganda anti evangélica
sobre el “suicidio” de Martin Lutero? Según el profesor de teología Theodore Hoyer “Cuarenta y tres años después de la muerte de Lutero, el oratoriano
italiano Thomas Bozio publicó el primer relato del "suicidio" de
Lutero” [2]
Fue en 1592 que aparece el primer católico
alegando que Martin Lutero se “suicido” es decir, ¡más de 45 años después! Es
decir, durante 45 años, nadie dijo ni pío que el reformador Martin Lutero se
había suicidado, ni siquiera el médico católico John Landau lo dijo, es más, tremenda difamación de tan
bajo mundo no fue ni siquiera sacada a la luz por el mismísimo Johann Cochlaeus,
opositor de Lutero, de los reformadores y de la reforma, mas bien, en su obra “Ex Compendio Actorum Martini Lutheri Caput
Ultimum” puso el informe médico de John Landau donde confirma la muerte
natural de Lutero, nadie, absolutamente nadie alguna vez dijo que el reformador
Martin Lutero se había suicidado antes de Thomas Bozio.
Es
decir, Thomas Bozio (1548-1610) es el
autor, padre y creador del mito del suicidio de Martin Lutero, y lo peor es que
al parecer, se dio cuenta que no tenia de la mano un testimonio confiable del
siglo XVI donde pudiera sustentar su mentira, así que, decidió usar la “vieja
confiable”; inventarse un testimonio de un “testigo” y luego decir que es del
siglo XVI, y para hacer que nadie fuera a verificar su “falso testimonio del
siglo XVI” recurrió a otra baja técnica, poner el testimonio en el anonimato.
¡Ay caray! ¿Quién habrá sido ese “traidor” que fue a decir todas esas mentiras
y después poner su narración en el anonimato? Suena bastante ridículo esto pero
Thomas Bozio supo que su mentira necesitaba de mas elementos para hacerla más
creíble, Georges Claudin nos explicara todo esto:
“De signis ecclesiae, publicada en
Roma en 1592 y en Colonia en 1593 tiene un capítulo en el que trata del
miserable fin de los herejes. En este capítulo, relata lo que aprendió de un antiguo sirviente de Lutero, que desde
entonces se ha convertido en católico y cuyo nombre no da. Según este testigo,
Lutero supuestamente se ahorcó en su cama; pero sus amigos conocidos habrían
jurado no decir nada al respecto en honor al protestantismo. Solo
observemos que Bozio da este relato en un escrito de controversia, sin decir de dónde proviene.” [3]
Es decir, Thomas Bozio no dice quien fue ese
“sirviente” que le dijo que Martin Lutero se “suicido” ahorcándose en su cama,
y para justificar la abundante documentación a favor de la muerte natural de
Martin Lutero, dice que sus
amigos conocidos habrían jurado no decir nada al respecto en honor al
protestantismo; este argumento cualquier ignorante de historia se lo cree pero
una persona que conoce todo este asunto, sabe de ante mano que aquí Thomas
Bozio está diciendo una gran mentira, ¿Acaso el católico John Landau quería
defender el honor de la reforma al no decir nada sobre el “suicidio” de Martin
Lutero? Verdaderamente vemos toda una “teoría conspirativa” con un arte
envidiable para cualquier creyente de las teorías conspirativas, pero como dice
Georges Claudin, aquí Thomas Bozio no dice quien le dijo todo eso y donde se lo
dijo, simplemente afirma algo y no prueba nada, es decir, para creerle a Thomas
Bozio es necesario tener una “fe ciega” a su palabra .
Es
decir, la leyenda del suicidio de Martin nace de un supuesto testigo que le
contó a Thomas Bozio que Martin Lutero se suicido pero que no debía decir nada
por el honor de la reforma, pero al final Thomas Bozio no quiso decir el nombre
de ese testigo ni donde le dijo tal cosa, nada mas queda en el anonimato, es
decir, debemos confiar en la palabra de Thomas Bozio ciegamente a pesar que no
hayas pruebas de lo dice; si usted es una persona prudente y sabia, sabe
perfectamente que no se puede creer en semejantes cuentos, ni siquiera los
chismosos son tan creativos como Thomas Bozio,
Hasta
el jesuita Hartman Grisar reconoce que “El primer escritor que menciona al
sirviente es el oratoriano italiano, Thomas Bozio, en un libro sobre las marcas
de la Iglesia impreso en Roma en 1591.” [4] De modo que el mito del
suicidio de Lutero su primera mención fue más de 45 años después y de origen
desconocido, porque al fin de cuentas no sabemos quien fue ese “sirviente” que
le dijo tal cosa a Thomas Bozio, no sabemos dónde se lo dijo ni sabemos el
contexto de la conversación, es decir, el testimonio de un “sirviente” de
Thomas Bozio es una fuente poco confiable, de hecho, ni siquiera debería ser
tomada históricamente sobre un suceso polémico, porque carece de verificación
alguna y lo único que queda es la fe ciega.
Hartman
Grisar nos cita cual fue el “testimonio” que presentó Thomas Bozio:
“Lutero,
después de haber cenado con entusiasmo esa noche y haberse acostado bastante
contento (…) Murió esa misma noche por asfixia. Escuché que recientemente se
descubrió a través de la confesión de un testigo que era entonces su sirviente
y que se acercó a nosotros en los últimos años, que Lutero se llevó a sí mismo
a un final miserable en la horca; pero que todos los habitantes de la casa que
supieron del incidente estaban obligados bajo juramento a no divulgar el
asunto, por el honor del Evangelio como se dijo.” [5]
Claro,
no es de sorprender ya que fue demasiado predecible que Javier Olivera Ravasi
cite a Thomas Bozio, el dice:
<<<También el sacerdote oratoriano Bozio, en su libro “De
Signis Ecclesiae”, publicado en 1592, señala que un doméstico del reformador
indicó que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho.>>>
Nada nuevo bajo el sol, de hecho, si le
pidiéramos a los católicos fanáticos que nos muestre registros históricos sobre el
suicidio de Lutero antes de “De Signis
Ecclesiae 1592” de Thomas Boozio son incapaces de hacerlo, ya es la fuente
única más antigua y tardía del año de la
muerte de Lutero que ellos puede citar, de ahí hacia atrás no pasan, se quedan
estancados.
Pero obviamente Thomas Bozio no fue el único
en la formación del mito del “suicidio” de Martin Lutero, fue el padre de dicha
leyenda pero fue otro fanático católico que perfeccionó esa leyenda hasta
moldearla como tal, pero dejemos que sea Javier
Olivera Ravasi que nos presente a este tan curioso personaje:
<<<Algo
análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones
adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio
Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de
narrar una muerte a causa de una angina, dice>>>
Heinrich Sedulius (1547-1621) fue un erudito y
escritor alemán, junto con Thomas Bozio es considerado una pieza importante
para la creación del mito del “suicidio” de Martin Lutero; pondremos el texto
que pone Ravasi, que según él, es el testimonio de un hombre de confianza del
reformador llamado Ambrosio Kudtfeld, sobre esto dice Georges Claudin dice que “el monje franciscano, Sedulius fue el
primero que da el testimonio completo del siervo. Él sostiene que este
documento, dijo, es de un "hombre digno de fe". [6]
Veamos que dice el supuesto testimonio de Ambrosio
Kudtfeld que se reveló en 1606:
“Tus ruegos religiosos y tus oraciones me instan a desafiar la
indignación de los hombres y el miedo a ofenderlos, para dar testimonio de la
verdad; pero mi respeto por la divinidad suprema y por todos los santos me tiene
allí. Sé, en verdad, que siempre hay que dar gloria a las maravillosas obras de
Dios, y que debo obedecer más sus preceptos que las recomendaciones de los
hombres. Por tanto, aunque los Señores de Alemania me ha prohibido; con
terribles amenazas, de revelar a nadie la terrible muerte de mi maestro Martín
Lutero, no ocultaré la verdad; pero para la gloria de Cristo, y para la
edificación del mundo católico, Desvelaré a plena luz del día lo que yo mismo
vi y anuncié a los príncipes reunidos en Eisleben: lo taladré sin ningún odio,
sin que me impulsara el deseo de mérito ablandado, o los favores de alguien.
Martín Lutero, la noche antes de su muerte,
se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos
obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho.
Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la
mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como
de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín
colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la
parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme.
Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos
presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus
convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos,
llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas
y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un
silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del
cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar,
después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de
improviso esta vida.
Impulsados por las oraciones de los príncipes,
y, como los guardias de la tumba del Señor, seducidos por sus magníficas
promesas, lo habríamos hecho si el poder invencible de la verdad no nos hubiera
persuadido de otra manera. El miedo y el respeto por los hombres, el interés
bien puede sofocar leer la verdad durante algún tiempo; pero el aguijón de la
religión o la conciencia tarde o temprano hace que estalle al aire libre.”
Primero
debemos tener en cuenta quienes fueron los testigos de la muerte de Lutero, el
profesor Theodore Hoyer nos
muestra la investigación hecha por el erudito Wilhelm Walther (1846-1924) junto
con otros especialistas, el resultado sobre los testigos de la muerte de Lutero
es la siguiente:
“Estos son los resultados. Dieciséis
personas fueron testigos presenciales de la muerte de Lutero: Michael Coelius;
Justus Jonas; dos de los hijos de Lutero, Pablo y Martin; Ambrosio, su
sirviente de Wittenberg; su anfitrión en Eisleben, el secretario de la ciudad,
Hans Albrecht; dos médicos de Eisleben, el doctor Ludwig y el magister Simon
Wilde; El conde Albrecht de Mansfeld; Conde Enrique de Schwarzburg y su esposa;
Johann Aurifaber; tres condes más de Mansfeld: Philip, Hans Georg y Vollrath; y
el príncipe Wolf de Anhalt”[7]
Aparte de
Ambrosio, ¿Por qué los otros 15 testigos no dijeron nada? Esto sin contar el
informe médico del católico John Landau ¿Por qué guardó silencio también? Las
cosas aquí se vuelven bastantes dudosos sobres la autenticad de este documento,
de hecho, el jesuita Hartman Grisar nos dice lo siguiente:
“No
fue hasta principios del siglo XVII que comenzó a circular el texto de la
supuesta carta del siervo de Lutero, según la cual, cuando este último fue
una mañana a despertar a Lutero "como de costumbre" (es decir,
alrededor de las 7 am), encontró se había suicidado; esto, sin embargo, está bastante en desacuerdo con los relatos
definidos que tenemos del momento de la muerte. El supuesto criado asegura
haber estado solo cuando encontró a “nuestro Maestro Martín colgado del poste
de la cama, miserablemente estrangulado”, mientras que las notas tomadas en ese
momento hablan de la presencia de testigos tanto antes como después de la
muerte que, además, fue bastante natural. La
carta apócrifa no lleva el nombre del escritor ni sabemos nada de su origen;
parece haber hecho su primera aparición
pública en Amberes en 1606 en la obra del franciscano Sedulius, quien
probablemente lo tomó de buena fe. Es notable que, hasta 1650, como Paulus ha
demostrado, sólo un escritor alemán
menciona esta carta ficticia, aunque las polémicas extranjeras estaban
ocupadas con ella. Fuera de Alemania, tales
invenciones encontraron más credibilidad, particularmente entre los católicos
más celosos e imaginativos de la raza latina, que estaban más que dispuestos a
aprovechar cualquier historia que desacreditara las vidas de los enemigos
alemanes del catolicismo.”[8]
Aquí este
jesuita (que varias veces fue acusado de ser un anti- Lutero) no cayó tan bajo
como para darle credibilidad al “suicidio” de Martin Lutero, de hecho,
contradice a su predecesor Deniffle (quien si le dio credibilidad a dicho mito)
y confirma que dicha carta circuló a principios del siglo XVII, que es apócrifa
y ficticia, y que solo un escritor alemán la menciona, es decir, solo Heinrich Sedulius es el único erudito
de toda Alemania que cita semejante carta, ni antes, ni después de él alguien
citó esa carta no hasta el siglo XIX que dicho mito resucita (de la cual
hablaremos más tarde) es decir, Hartman Grisar se fundamenta en el
conceso académico, y su punto de vista es bastante curioso digno de ser tomado
en cuenta; si el dicho documento o carta de John Landau fuera autentica ¿Por
qué ningún otro erudito alemán (tanto católicos como protestantes) la
mencionaron? Ojo, supuestamente estamos hablando del testimonio de un “testigo”
de la muerte de Lutero que tiene el objetivo de sacar a la luz la verdad y
destapar el tamal [9]
por lo tanto ¿Cómo explican los católicos fanáticos que dicho testimonio
“valioso” haya pasado desapercibido y solo un erudito se haya dado cuenta de su
existencia?
Estas leyendas,
como dice Hartanm Grisar “encontraron más credibilidad,
particularmente entre los católicos más celosos e imaginativos de la raza
latina, que estaban más que dispuestos a aprovechar cualquier historia que
desacreditara las vidas de los enemigos alemanes del catolicismo.” [10]
El profesor Theodore Hoyer nos muestra la
trayectoria de este testimonio falso de Ambrosio Kudtfeld:
“Cuarenta y tres años después de la
muerte de Lutero, el oratoriano italiano Thomas Bozio publicó el primer relato
del "suicidio" de Lutero. Quince años después, el franciscano
Sedulius (...) repitió la historia que un criado anónimo de Lutero
supuestamente le había contado a un "hombre piadoso" anónimo, quien
se lo contó a un desconocido "hombre digno de confianza", de quien (a
través de cuántas bocas adicionales el deponente no dice) vino a Sedulius.” [11]
También el
teólogo Heinrich Boehmer (1869-1927) nos da este mismo dato:
“Esta deposición el franciscano
Sedulius publicó palabra por palabra en 1606 (...) El autor afirma que obtuvo el
"documento" de una persona anónima y de confianza de Friburgo en
Breisgau. Se dice que este ciudadano anónimo de Friburgo lo adquirió de un
segundo anónimo, "un hombre piadoso", y este segundo anónimo pone en
juego a otro más, el supuesto ayuda de cámara. Por lo tanto, la leyenda opera
audazmente con tres garantes anónimos.” [12]
El teólogo
alemán Armin Kohnle (1960- actualmente: 60 años) nos dice una gran verdad, dice
que “En 1591 el monje oratoriano Thomas Bozio inició la
leyenda del suicidio de Lutero, que los católicos utilizaron una y otra vez en
los siglos siguientes.” [13] Por eso, no es de sorprenderse que
esta misma cita junto con el documento apócrifo de Ambrosio Kudtfeld citado por
Heinrich Sedulius haya sido utilizado por el articulo de bajo mundo de Javier
Olivera Ravasi, y que de hecho, es esa misma cita apócrifa que los fanáticos
católicos utilizan en la portada principal
(o imagen principal) de sus publicaciones en las redes sociales o blogs
donde literalmente copian y pegan el mismo artículo de Javier Olivera Ravasi,
dígame ¿usted ha visto esta imagen post alguna vez? (yo lo he visto muchas
veces, la palabra “falso” se lo puse yo, no aparece en las publicaciones de
estos fanáticos católicos)
Esta misma cita falsa y apócrifa en este post imagen fue
usado por la página católica en Facebook llamado “El Cristianismo Y Las Sectas” donde casi literalmente copió y pegó
exactamente todo el artículo de Javier
Olivera Ravasi, pero con algo que es bastante gracioso, mírelo por usted mismo,
el chiste se cuenta solo:
Esto es risible, el engañado aconsejando a los demás a no
ser engañados. Vívelo para creerlo, pero así están las cosas en el mundo de
estos papistas fanáticos.
Es decir, la documentación de la cual los católicos
fanáticos dependen en gran medida para defender semejante mito del “suicidio”
de Martin Lutero proviene de una carta apócrifa de Ambrosio Kudtfeld, cuyo
origen es desconocido y solo fue citado solo una vez por un solo erudito
católico en el siglo XVII, un tipo de fuente de la cual, sino fueran ignorantes
de toda esta información, deberían sentir la mas mínima vergüenza en citar el
falso documento de Ambrosio Kudtfeld.
Georges Claudin dice más:
Eso
es todo lo que se puede oponer a los tantos y tan serios testimonios que hemos
mencionado. De hecho, en documentos históricos, solo se tiene la historia de un extraño, relatada por un extraño y
publicada 46 años después del suceso.[14]
El filósofo y escritor francés llamado Pierre Bayle
(1647-1706) hizo un llamado o una exhortación a la imprenta católica para
evitar que se impriman algunos libros que no muestran sus discrepancias con el
reformador, sino que literalmente divulgan mitos y mentiras del reformador
Martin Lutero, el dice:
“Se
han contado infinidad de fábulas sobre la muerte de Lutero. Algunos han dicho que murió de muerte súbita,
otros que él mismo se mató, otros que el diablo lo estranguló, otros que su cadáver
apestaba tanto, que estaban obligado a dejarlo en el camino. No son personas sin nombre las que gritan
estas calumnias: son escritores muy famosos; Y eso avergüenza a todo el papado,
porque no debemos permitir que se impriman tales fábulas; Los Cenfeurs del
Libro deberían eliminarlos, a menos que se prueben legalmente. Veremos qué autores
han publicado estas impertinencias.” [15]
Entre el
índice de esos libros que divulgan mitos y mentiras vergonzosas para la iglesia
católica, Pierre Bayle menciona
este libro:
En verdad,
creo que no le sorprende mucho ver el libro de Thomas Bozio en esta lista de
libros que deberían dejar de imprimirse ya que solo dejan en vergüenza a la
iglesia católica, pero, al parecer los fanáticos papistas se hicieron de oídos
sordos y ahora, sufren las consecuencias de ver como la apologética católica
nuevamente queda mal parada al frente de aquellos que consideran “están en el
error” y al frente también de los no creyentes.
Los fanáticos
papistas tenían que haber aprendido esta lección en el pasado, pero siempre vuelven
a cometer el mismo error; pero esta vez en vez de mejorar, empeoraron, porque
ahora no solo existen católicos ignorante que por ignorancia creen en esto
mitos y mentiras, sino que, todavía existen católicos que saben que el mito del
“suicidio” de Lutero tiene cero documentación histórica (varios de ellos creen
que poca documentación) pero en vez de reconocer que están equivocados en vez
de darle la razón a los protestantes, ellos se quedan en su negación y
prefieren creer que el mito del “suicidio” de Martin Lutero es una “teoría” o
“tesis”.
Sin embargo,
a pesar de los intentos de Thomas Bozio y Heinrich Sedulius no crearon una bomba o una propagación masiva de este
mito, eso sucedería siglos después, pero según George Claudin “entre todos los garantes de esta historia, no hay un solo historiador
serio.” [16]
y que estas leyendas según Theodore Hoyer dice que “Estas historias
crudas ahora han sido censuradas hasta desaparecer” [17]
Sin embargo, a pesar que estas leyendas en su tiempo habían cesado, nunca hizo
falta quienes, seguidos por su fanatismo anti protestante resucitara esta
leyenda, a continuación, veremos cómo esta leyenda fue resucitada en el siglo
XIX, XX y XXI.
[1] Georges Claudin; La mort de Luther, 1895, Faculté dé théologie protestante de paris. P 9
[2] Concordia Theological Monthly, Vol. XVII, 1946, No. 2, P. 84
[3] Georges Claudin; La mort de Luther, 1895, Faculté dé théologie protestante de paris. P. 27
[4] Hartmann Grisar; Luther, vol. 6, 1917 [Editor: Luigi Cappadelta ,Traducido desde el Alemán: EM Lamond, 2017], P. 385-382
[5] Ibid
[6] Georges Claudin; La mort de Luther, 1895, Faculté dé théologie protestante de paris. P. 27
[7] Concordia Theological Monthly, Vol. XVII, 1946, No. 2, P. 85
[8] Hartmann Grisar; Luther, vol. 6, 1917 [Editor: Luigi Cappadelta ,Traducido desde el Alemán: EM Lamond, 2017], P. 382
[9] Referencia de varios países hispanos para decir “destapar la mentira y decir la verdad”
[10] Hartmann Grisar; Luther, vol. 6, 1917 [Editor: Luigi Cappadelta ,Traducido desde el Alemán: EM Lamond, 2017], P. 382
[11] Concordia Theological Monthly, Vol. XVII, 1946, No. 2, P. 84
[12] Heinrich Boehmer, Luther and the Reformation in the light of modern research, 1916, University of Chicago. P. 39
[13] Armin Kohnle, Evento y efecto de la muerte de Lutero [ 2019, Evangelische Verlagsanstalt GmbH · Leipzig] P. 25-26
[14] Georges Claudin; La mort de Luther, 1895, Faculté dé théologie protestante de paris. P. 28
[15] M.r Pierre Bayle. Dictionaire historique et critique G-L. P. 846
[16] Georges Claudin; La mort de Luther, 1895, Faculté dé théologie protestante de paris. P. 36
[17] Concordia Theological Monthly, Vol. XVII, 1946, No. 2, P. 83